Calahonda

Calahonda Properties

A la historia de la urbanización Sitio de Calahonda le ocurre lo que a casi todas las historias que se centran en personas o en grupos humanos relativamente reducidos: que tan pronto pueden ser tomadas como ‘prototipos’ o, a la inversa, ser consideradas como algo único e irrepetible.

En realidad, la diferencia está en el enfoque, en el propósito del que escribe la historia. Yo no tengo la menor intención de escribir la historia para encarrilar al lector hacia determinadas conclusiones. Creo, pues, que en algunos sentidos Calahonda puede considerarse muy especial, en tanto que en otros aspectos su desarrollo ha sido muy similar al de muchas otras urbanizaciones de la Costa. Lo que sí es verdad es que para mí ha sido una experiencia única, en la que se vió involucrada toda mi familia y a la que he dedicado gran parte de mi vida. No tengo por qué negar el orgullo que me produce haber participado de un modo protagónico en el desarrollo de esta gran urbanización -grande por su tamaño pero también por su éxito y sus cualidades- y, de esa manera, haber hecho una contribución al desarrollo de toda la Costa del Sol.

Calahonda Properties

En cierto modo Calahonda -que ese es el nombre histórico de la zona, limítrofe entre la costa de Mijas y la de Marbella- puede verse como un tema muy específico, sin parangón. No ha sido normal, por ejemplo, que los propios urbanizadores hayamos autolimitado la edificación y que, en vez de levantar doce alturas, como legalmente pudo hacerse, hayamos puesto un tope de cinco plantas. Tampoco es frecuente que un proceso urbanizador comience, se desarrolle y culmine de un modo diáfano, sin grandes conflictos entre grupos, familias o intereses contrapuestos.

Sin embargo, Calahonda puede verse en otros aspectos como un caso bastante similar al de otras grandes urbanizaciones del litoral malagueño en cuanto a que todos hemos sido pioneros de lo que es hoy un gran centro turístico mundial. Los que hemos venido de otros lugares hemos echado profundas raíces en Málaga y le hemos dado un sentido creativo a nuestro trabajo. Ninguno de los urbanizadores «históricos» ha obtenido, por su contribución a este emporio fundado en la Costa del Sol, fortunas inmensas ni se ha dedicado a multiplicarse en negocios lejanos.

Un compañero de estas cuatro décadas de vicisitudes hacía balance, hace unos pocos años, de su esfuerzo urbanizador, y concluía que aquellas inversiones iniciales, puestas a ‘trabajar’ en los circuitos del dinero, seguramente le hubieran redituado al menos cuatro o cinco veces más beneficios. Y acotaba que ese probable fruto lo hubiera logrado mientras permanecía leyendo en una tumbona de la playa, en vez de haber vivido en constante agitación y zozobra, tanto por los incontables problemas que han surgido durante esta prolongada aventura urbanizadora como por la gran tarea suplementaria de gestionar, convencer y hasta presionar ante los distintos niveles de la Administración para poder concretar los avances imprescindibles para que la Costa del Sol cobrara existencia real. Sin embargo, tanto él como yo y muchos otros, hemos elegido dedicar nuestra vida a este trabajo y la satisfacción de ver en pie la obra realizada hace un gran peso en el otro platillo de la balanza y equilibra los esfuerzos, las inquietudes y las situaciones, por momentos hasta dramáticas, que hemos vivido.

Personalmente, puedo decir que me tocó asumir el protagonismo a partir de 1966, hace ya más de un cuarto de siglo, periodo durante el cual Sitio de Calahonda nació, se desarrolló y llegó a su cenit: En 2002 se completó la venta de parcelas, lo que hizo que en las 280 hectáreas originales de la finca se haya desplegado un centenar de pequeñas urbanizaciones. El que ideó y fundó la urbanización fue mi padre, Don José de Orbaneja, quien llegó aquí en 1963 y compró la extensa finca -en realidad, la unión de dos fincas- a sus anteriores propietarios, los hermanos Gerardo, Enrique y Elvira Vandulken. Para sacar adelante un proyecto tan ambicioso contaba con una experiencia anterior que fue de fundamental importancia: El desarrollo de un proyecto similar en una enorme extensión de 600 hectáreas, Segur de Calafell, situada en la Costa Dorada de Tarragona.

Mi padre llegó a Málaga con la idea precisa de urbanizar una extensión amplia de terreno, confiado -y el tiempo le dio con creces la razón- en el auge de esta zona.Lo más destacado de aquella finca era la Casa-Fuerte de Calahonda, a la que se accedía por un carril que se iniciaba en la nacional 340 y que subía por el centro de la finca siguiendo más o menos la trayectoria de lo que hoy es la calle Conde de Jordana. Aquella Casa-Fuerte data de la misma época que las torres-vigía que marcan hitos en toda la costa malagueña.

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